Porque somos tan vulnerables
y quebradizos entes en el juego de las cosas
y las conspiraciones, las lágrimas
hablan su lenguaje y su miedo.
La muerte tiene muchas formas
y fantasmas y quejumbres.
¡Por ella se pide paz y guerra,
sin saber cuál es el orden,
cual ha de quererse primero!
Unidad es otro grito,
unidad de la patria
aunque hayan hambrientos,
y otros tantos millones en prisiones
y unos y otros, millones enfermos.
Consenso, aunque no haya un clamor
en lo profundo: las elecciones
son medidas del morbo y la alegría
y el carnaval y las balas y el encono.
Un zarpaso es un puñal
que clava las mollejas,
pero el luto es dos veces puñal
y no hay remedio:
penetra en la memoria
y lo abre todo
y lo escupe y destaja.
Con amarguras salen
los remordimientos.
Del escondite
salen culpas y cucarachas.
Sale hasta el luto bélico.
El luto lava las paredes y cimientos,
se quiera o no, a veces arrasa pueblos.
Y se ama la sangre derramada.
Y tan cobarde se es con esa sangre
como con uña y mugre que traemos
y se cree en Dios y el espíritu
y en el caos presente con sus desigualdades
y en el más allá de la guerra y el héroe
y en la democracia y el progreso
y en la Sión de lo alto
para el pobre, el triste, el tonto
y el desesesperanzado.
02-07-1989 / El libro de la guerra
Friday, October 10, 2008
Los credos del luto
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