Thursday, October 16, 2008
La sedienta
a Dánae, princesa de Argos
Cuando ya no tengas miedo a lo desconocido,
en el extremo occidental del Mundo,
en las islas de Canarias, o en Madeira
o tal vez Cabo Verde, ¿quién dirá?
teminará la sed que te da nombre.
Tú serás afortunada y comerás el fruto
del manzano, no por necesidad,
sino para tu gloria. Tú sed también ha sido
un anhelo de infinito, abrazo fraternalizado
con hembras y varones más allá
de islas conocidas y del Lejano Occidente.
Y serás compensada. Mi manzana
es oro de la perseverancia, lluvia
para tu gracia, soportadora y valiente.
Y la inmortalidad la tienes como alma.
2.
Cuando ya no lo esperes, el dolor dará coces.
La historia es la concreta impregnación
de la angustia, negativa dialéctica
para la supresión. Con tu lucha, batallas.
El que sólo tiene ley, en el amor no confía
y el alma se endurece, se hace monstruo
de acrisia envergadura. No hay padre
si el amor no existe; no hay hija
a la que él consigne bendiciones.
Con sed social también has nacido.
El mundo patriarcal, mujer sedienta
de ley, contra tí se ha armado.
Que sea tu sed, por igual, anhelo de ser libre,
de hallar templos o ciudades de refugio.
... porque te oprimen, hija sedienta,
hija de la esperanza, hija del cautiverio.
3.
Cuando ya no piensas que ha de ser posible,
porque estás otra vez incomunicada,
tendrás un hijo, protector de tu sed;
él será el agua y la pulpa sabrosa,
jugosa, de manzana;
él será el oro inmortal de tu rescate;
el precio del amor será él.
Inmigrarás, por él, donde te diga.
Lo enseñarás a que te salve.
Y éste, que es el proceso de la miseria espiritual
del mundo, será la sed de tu esperanza,
porque es la justicia del aprendizaje:
tú verás las hespérides. Tú fruto no será
del miedo; vas inmigrar a las islas afortunadas
y cómo muere la Medusa.
21-04-1988 / El libro de la guerra
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Cuaderno de amor a Haití / La Naranja
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