Thursday, October 09, 2008

Acosando a Catalina


... He was a man / of an unbounded stomach... /... Heaven will one day open / the king's eyes, that so long have slept pon this bold bad man: William Shakespeare en Henry VIII


En Inglaterra ocasionó escándalo la existencia de una alimaña, con falsos rezos y catolicidad. Al heredar el trono, se hizo rey. Arturo se quejó de que su hermano Enrique, vulgar y regordete, tenía una mirada lujuriosa. Esa mirada sería la perdición de la moral inglesa; cosa más temible que las amenazas de Francia.

Críticas más amargas las daba, en privado, la mujer de Arturo, quien se estremecía con sólo recordar cualquier encuentro al cruzar su pasillo. Ambos sabían por qué: ¡El deseo de Enrique por ella!

El no da paz ni tregua. Catalina de Aragón huía nerviosamente de su presencia. De esa mole de lujuria, asco de hombre, con ojos penetrantes. L;e escuchó sus susurros entre dientes, confesiones a la sorda: ¡Serás mía!

Aún casada con Arturo, en Londres, la española sabía que estaba al embocadero. Y sabía que, siendo rey, sería capaz de todo.

La misma noche que murió Arturo, unos hombres, enviados por Enrique, fueron por ella con el pretexto de que el soberano la tomaría bajo su protección. El invocó su cetro real. La hizo su esposa. España la cedió como una pieza de alquiler.

Hacer el sexo con él fue para Catalina como dejarse aplastar por una ancha muralla, escrita con deshonra. ¿Y para qué la quiso él y dio anillos de pacto solemne! Enrique VIII la abandonó tan pronto pudo.

No sólo en Inglaterra o en España, de Gales a Irlanda, se supo que Catalina, hija de los Reyes Católicos, pasó el resto de su vida prisionera. Aún más, aquellos ojos de él, ojos que traicionaron la hermandad y el lecho de Arturo, en las noches de Catalina se volvían como puñales que intentaban matarla.

Por lo menos, ella lo dijo a todos, a quienes pudo.

¿Cómo será estar casada con el asesino?

Muchas mujeres en Inglaterra no se atrevían preguntarlo. Tras la ejecución de Ana Bolena, su segundo matrimonio, fue el platillo del día. Las mujeres que iban a confesión lo querían preguntar a los sacerdotes y éstos las mandaban a callar y a pagar misas por haberlo hecho.


Irvine, California, 1990 /
Leyendas históricas y cuentos coloraos
__

Indice / El pueblo en sombras / Nico Chavito / Con voz propia / Indice: Cuaderno de amor a Haití

No comments: