El militar fornica con las realidades.
Le promete a la felicidad: su techo.
Le promete la gloria al país de sus fascinaciones.
La protección, al siervo que le pide gobierno.
El amparo, al que no aguanta su propia incertidumbre.
La osadía, al que no sabe caminar y renca.
El equilibrio, al que en la cuerda floja
no haya pies para sus movimientos.
El soldado idealizándose se pretexta
como el dueño del mensaje público
y, aunque no tenga que decir ni creer
en el espacio, confía en su arte
de obediencia rigurosa y en echar golpes
e ir matando, danzando la champeta
con la Vieja tirana de la adrenalina.
5-5-1980 / El libro de la guerra
Friday, October 10, 2008
El militar idealizado
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