En bloques de rapiña, dispersadas: Luis Felipe
de Francia, en el comando, y la Reina Victoria,
la sabuesa británica, en su cerco de asecho, bramando.
La Triple Alianza avanzó
sobre pueblos del Oriente africano.
Alemania se unió a los coros de rapiña
y las hermanas olfatearon la sangre
de prisioneros degollados
y aún se asomaron
a husmear cadáveres apilados
tras los muros de Omdurman,
trofeos de vencedores, galas de genocidio...
y dijeron: ¡Ahmed está vencido, vayamos!
Quedémonos con todo.
y se alegraron porque nómadas y esclavos,
los antes insurrectos ya han cedido:
¡Sudán, has muerto!
Orange y Transvaal ya son también
añicos; pero generalifes perversos
de la Triple no se cansan y van por más.
Quieren a Egipto, India, Togo, Camerún,
Zanzíbar y los bóers, querrán a China,
a Filipinas, el Pacífico, lo quieren todo.
Venga, pues, la Paz Imperialista.
¡Dejen algo! a Luis Felipe y a Victoria
y Eduardo, su hijo, primogéenito,
antes que comencemos a mordernos
entre todos... ¡dejen algo!
2-3-1981 / El libro de la guerra
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